dimecres, 2 de setembre del 2009

En una ciudad de Cuba...

Aunque, tal vez, pueda parecer absurdo, tan lejos de la Torre Eiffel o el Museo del Louvre como en una ciudad cubana, abre sus puertas cada mañana una auténtica botica francesa, la única de su tipo conservada hoy en el mundo. Su inauguración data del 1 de enero de 1882 en la ciudad de Matanzas, por obra de Ernesto Triolet y su yerno Juan Fermín de Figueroa.


Triolet fue un conocedor profundo de los principios activos de las plantas. Exportaba medicamentos a España, Francia y Estados Unidos. Patentó para la posteridad decenas de medicinas de base natural. Once de ellas fueron premiadas en la famosa Exposición de París de 1900.

Esta histórica instalación prestó servicios hasta 1964, cuando fortuitamente fue convertida en museo. Más adelante extendió sus servicios como centro de información científica para estudiosos de la materia.

Allí se encuentra un extenso legado didáctico. Pasaron a formar parte de este tesoro, libros de recetas con más de un millón de formulas originales a base de sustancias naturales. Así como cientos de ejemplares únicos de farmacia, medicina, química y botánica en español, inglés, francés y alemán.


Esta auténtica muestra de la farmacia del siglo XIX se encuentra en la calle Milanés frente al conocido Parque de la Libertad en la ciudad de Matanzas. Aquí guardan una gran colección de envases de porcelana francesa. Algunos decorados manualmente por encargo del dueño. Más de diez millones de piezas atesoran hoy el museo farmacéutico matancero. El viejo laboratorio al fondo del patio aún conserva su horno de ladrillos, los trituradores, los morteros, alambiques y lixiviadotes de planchas de bronce hechos a mano.






Tortuga-escupidera

Visitar este encantador lugar es como montarse a una máquina del tiempo, pues allí pueden encontrarse todos los instrumentos y productos utilizados en aquella época, algunos importados y otros de producción propia, en perfecto estado de conservación. También pueden apreciarse tres millones de etiquetas originales de los distintos productos fabricados en la botica. Allí todavía un cartel anuncia la efectividad contra el asma y el catarro del jarabe Triolet Café-Compuesto.

A este establecimiento acudían las familias más ricas del país, gracias al prestigio alcanzado por sus servicios. Pero los más pobres también podían llegarse y para ellos no se accionaba la caja registradora, gesto que fue recordado siempre por los matanceros.

diumenge, 30 d’agost del 2009

Pequeña historia de la botica

En la antigua Plaza de Armas, actualmente parque de La Libertad , abrió sus puertas el 1ero de enero de 1882, la Botica Francesa , única de su tipo que se conserva en el mundo.

Fundada por los doctores Ernesto Triolet Lelievre (Francés) y Juan Fermín de Figueroa y Veliz (Cubano), funcionó ininterrumpidamente hasta enero de 1964, reabriendo sus puertas el 1ero de mayo de ese propio año como Museo Farmacéutico.



Hoy mantiene sus aires de esplendor, como cuando se procesaban plantas medicinales como fuente principal para sus medicamentos y se vendían productos farmacéuticos de España, Francia, Alemania y Estados Unidos. Todavía se conservan intactos los instrumentos empleados para la elaboración de medicamentos.



El Museo conserva la atmósfera de esta botica del siglo XIX, gracias a que aun permanecen sus estanterías originales, frascos, utensilios, libros e instrumentos en el mismo lugar escogido por sus fundadores hace más de 100 años.
Triolet, de origen francés, obtiene el título de Doctor en Farmacia en 1860 en Francia y revalida su titulo en la Universidad de la Habana el 10 de enero de 1866 después de llegar a la isla gracias a una invitación que le hiciera el doctor Juan Fermín de Figueroa entonces Rey de Boticas de Cuba. A quien había conocido en Paris.




A su llegada a la isla fundan una Botica Francesa en Sagua la Grande Nuestra Señora de Regla. Interesado por el desarrollo social y económico de la Atenas de Cuba tras su visita en 1880, decidieron edificar una Botica al estilo Francés, teniendo en consideración sus gustos y características personales.





Durante 82 años el establecimiento ganó fama y clientela por la calidad de sus productos. En 1900, tras la muerte de Triolet, la dirección técnica quedó en manos de Dolores, la esposa. La que mantuvo las características de la botica y el mismo profesionalismo de sus fundadores.

El 23 de noviembre de 1963 se nacionaliza la botica, decidiéndose su cierre como tal para el mes de enero, lográndose su apertura como el primer museo farmacéutico de Latinoamérica, el primero de mayo de 1964.



Abre sus puertas al público para mostrar los valiosos bienes patrimoniales que atesora el Museo Farmacéutico de Matanzas. Allí desafían el tiempo la mesa dispensarial, piezas del laboratorio, los libros de asentamiento de recetas, la colección de albarelos y el farol de la guardia.





En el pasado marzo de 2003 en el museo se inició un proceso de restauración capital, lo que posibilitará que otras salas del museo puedan visitarse las que no estaban al disfrute como : la casa de familia, el museo reabrió sus puertas el 24 de mayo de 2006.



Actualmente, la prestigiosa Institución ofrece visitas dirigidas, homenajes a personalidades de la ciencia y el arte, y brinda asesoría a estudiantes y trabajadores de las ciencias médico farmacéuticas.

Distinguen al Museo Farmacéutico sus colecciones estando entre las más importantes la de los libros de asentamiento de recetas.



En ellos se aprecian prescripciones hechas por ilustres galenos matanceros como:

Font, Madan, Verdugo, Carnot, Saavedra, Abascal y Betancourt entre otros.

También se conservan productos naturales usados en la botica para elaborar los medicamentos, una muy numerosa colección de albarelos de porcelana francesa así como frascos de cristal de factura norteamericana de diferentes colores, se aprecia intacto su laboratorio en el que se destacan Alambiques, Percoradores, Lixibiadores, etc.







Zona de ácidos



Nevera

Caja fuerte para guardar drogas


Caja para transportar àcidos


El museo conserva toda la estantería original de la botica así como cientos de miles de etiquetas de cristal y papel empleadas para rotular los productos medicamentosos.

Ocupa la planta alta la casa de vivienda de la familia Triolet - Figueroa así como sus laboratorios privados.

Esta botica convertida en museo convierte en salas de exposición permanente, la botica, antigua área de venta, rebotica, 2 almacenes, patio, laboratorio y el zaguán.

El Museo atiende mediante visitas dirigidas de Martes a Sábados de 10:00 AM a 5:00 PM y los Domingos de 10:00 AM a 2:00 PM, se encuentra en la calle Milanés No. 49 y 51 entre Ayuntamiento y Santa Teresa. Teléfono 24 3179.

COLECCIONES DEL MUSEO FARMACÉUTICO.

La colección de Artes Decorativas, de la Primera Sala, es de las más bellas, numerosas y distintivas del Museo Farmacéutico.

Está formada entre otras, por los extraordinarios albarelos o potes de porcelana, recipientes de uso farmacéutico elaborados de diferentes materiales como: cerámica, cristal, opalina y porcelana; utilizados para envasar medicamentos o elementos que se empleaban en su obtención.


Son generalmente de color blanco sobre el que aparecen bellos diseños, muchos hechos a mano, con frecuencia policromados; pero en los que siempre se lee el nombre de lo que contenían, por ejemplo: Lúpulo, Raíz de Belladona, Triaca Magua, Hojas de Acónito, Laca Amarilla, Copal o Anís Estrellado.

Suman cientos los tipos de medicamentos que se elaboraron en la Farmacia Francesa y que hoy se conservan en el Museo Farmacéutico.





La mesa dispensarial exuberante exponente de la Segunda Sala del museo (Rebotica), fue diseñada por el Dr. Ernesto Triolet Lelievre, fundador junto al Dr. Juan Fermín de Figueroa de la Botica Francesa.




Sus planos originales forman parte de los fondos del Museo Farmacéutico.

Su parte superior está hecha de 2 piezas de Jocuma amarilla, mide 5.51 metros de largo, 1.02 metros de ancho y 0.95 metros de altura, posee porta frascos y porta etiquetas giratorio y está rodeada de 32 gavetas y un guarda-aserrín, abridor y portallaves, así como dos tablas auxiliares usadas para la preparación de medicamentos.


Sobre su superficie y con fines expositivos, pueden observarse moldes para elaborar supositorios, óvulos vaginales y obleas, así como capas graduadas, pildoreros, prensa corchos, mechero y hermosos y blanquísimos morteros de mármol de diferentes tamaños.



Puede apreciarse en la fachada del Museo Farmacéutico de Matanzas, El Farol de la Guardia.


Esta maravillosa pieza, constituida por una caja metálica de forma redonda con incrustaciones de vidrio coloreado en diferentes matices que entretejen la bombilla principal, con respiradero en la parte superior, llevando en su interior la luz, está fija a la pared del frente de la botica. De factura inglesa, mandado a hacer especialmente por los Doctores Triolet y Figueroa.


Desde 1882 cada lunes ininterrumpidamente por más de 100 años ilumina la ventana de la guardia.

Gracias a un minucioso trabajo de restauración, llevado a cabo primero por el Grupo de Artesanos Artistas "Arte 3" del Fondo de Bienes Culturales de Matanzas y recientemente por el Grupo ATENART, que dirige el artista Sergio Gregorio Roque Ruano, la población matancera puede disfrutar de esta valiosa pieza de la colección del Museo Farmacéutico.

El Farol de la Guardia de la Botica Francesa ha vuelto encenderse para que se conozca que este Patrimonio del mundo brilla con luz propia.




EL DOCTOR ERNESTO LUIS TRIOLET FIGUEROA.



El Dr. Ernesto Triolet Lelievre se casa de segundas nupcias con la Señorita. María Dolores Figueroa y Marty; de esa unión vieron la luz tres hermosos niños: Alfredo, Celia y Ernesto, quien recibiría y conservaría hasta su muerte, y aún después el legado de sus padres: La Botica Francesa.

Según consta en el folio 189 del tomo 19 correspondiente a la Sección de nacimientos del Registro Civil del extinguido Distrito Sur de la Ciudad de Matanzas, Dr. Ernesto Víctor Triolet Lelievre, casado, farmacéutico y domiciliado en Gelabert No. 49 y 51 desea se le inscriba en el Registro Civil un varón, que es hijo legítimo de su mujer, la Dra. en Farmacia Doña María de los Dolores de la Caridad Cleofás de Figueroa y Marty, y que nació en su casa a las 5:15 PM del día 30 de marzo de 1893 al que le habían nombrado Ernesto Luís Leopoldo Triolet Figueroa.

El niño fue bautizado en la Parroquia de San Carlos de Matanzas el 7 de julio de 1893, sus padrinos fueron Doña Victoria Lanas y el Doctor Don Leopoldo de Figueroa, según puede leerse en la bellísima invitación cursada al efecto, adornada con una fina giralda de flores de seda al relieve.

El ambiente familiar de farmacéuticos amantes de las ciencias favorece que ya a los 18 años recibiera el título de Bachiller en Letras y Ciencias, otorgado por el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas el 28 de Septiembre de 1911;

Después matricula farmacia y se recibe como Drtor en la Universidad de la Habana el 15 de octubre de 1914 según aparece en folio 43 No. 305 de la Secretaria General de esa casa de altos estudios. Desde entonces trabaja en la Botica Francesa propiedad en esos momentos de su madre, hasta que al ocurrir la muerte de ésta en 1944 pasa a ser su dueño, se mantiene laborando aquí hasta enero de 1964, fecha en que se decide convertir el establecimiento en el Primer Museo Farmacéutico de Latinoamérica; entonces el Dr. Ernesto Triolet Figueroa da muestras de absoluta entrega y de amor infinito a la Farmacia que lo vio nacer y trabaja en el nuevo Museo hasta el año 1979 en que ocurre su desaparición física. Durante todos estos años enseña todo cuanto sabe sobre los valiosos bienes que esta Institución atesora, esforzándose en demostrar cómo conservarlos fundamentalmente a partir del amor por ellos, este era su gran meta y a ella se refirió cuando dijo:

... "esta Botica constituye el ideal de mi vida, puesto que en ella nací y dentro de ella me crié. Me consagré a mantenerla en el orden moral y profesional con el nombre y prestigio de la familia Triolet. No salgo de ella y cuando muera me iré confiado de que alguien la seguirá cuidando".

El Dr. E. Triolet Figueroa, no sólo legó a la posteridad su Botica y sus conocimientos sino también el celo permanente de los que laboran para cuidarla con esmero como preferencia entre las cosas más amadas, eso le debemos al alma de la Botica Francesa.

Fuente:  https://www.ecured.cu/Museo_Farmac%C3%A9utico_de_Matanzas